Liber IV, 129-142

Oceanum interea surgens Aurora reliquit.
It portis iubare exorto delecta iuuentus, 130
retia rara, plagae, lato uenabula ferro,
Massylique ruunt equites et odora canum uis.
Reginam thalamo cunctantem ad limina primi
Poenorum exspectant, ostroque insignis et auro
stat sonipes ac frena ferox spumantia mandit. 135
Tandem progreditur magna stipante caterua
Sidoniam picto chlamydem circumdata limbo;
cui pharetra ex auro, crines nodantur in aurum,
aurea purpuream subnectit fibula uestem.
Nec non et Phrygii comites et laetus Iulus 140
incedunt. Ipse ante alios pulcherrimus omnis
infert se socium Aeneas atque agmina iungit.

Al Océano, entretanto, la Aurora surgiendo dejó.
Sale
por las puertas, nacido el sol, la selecta juventud, 130
redes de malla ancha, trampas, venablos de ancho hierro,
y corren los jinetes masilos y fuerza olfativa de los perros.

A la reina, que se detiene en el tálamo,
junto al umbral los principales
de los púnicos esperan, e insigne por la púrpura y el oro
está su caballo y, feroz, las espumantes riendas muerde. 135
Finalmente, avanza, acompañándola una gran multitud,
vestida con una clámide sidonia con pintada orla;
tiene de oro el carcaj, en oro se anudan sus cabellos,
y una fíbula dorada sujeta su vestido púrpura.
Y también los compañeros frigios
y el alegre Julo 140
avanzan. Antes que los otros, más hermoso que todos,
el propio Eneas se le ofrece como acompañante y une las comitivas.

Liber IV, 115-128


'Mecum erit iste labor. Nunc qua ratione quod instat 115
confieri possit, paucis (aduerte) docebo.
Venatum Aeneas unaque miserrima Dido
in nemus ire parant, ubi primos crastinus ortus
extulerit Titan radiisque retexerit orbem.
His ego nigrantem commixta grandine nimbum, 120
dum trepidant alae saltusque indagine cingunt,
desuper infundam et tonitru caelum omne ciebo.
Diffugient comites et nocte tegentur opaca:
speluncam Dido dux et Troianus eandem
deuenient. Adero et, tua si mihi certa uoluntas, 125
conubio iungam stabili propriamque dicabo.
Hic hymenaeus erit.' Non aduersata petenti
adnuit atque dolis risit Cytherea repertis. 

«Conmigo estará esa tarea. Ahora, de qué modo lo que apremia 115
puede hacerse, en pocas palabras (atiende) te enseñaré.
A cazar Eneas y con él la desgraciadísima Dido

 al bosque se preparan a ir, cuando a los primeros astros
haya hecho levantar el Titán de mañana y haya descubierto el orbe con sus rayos.
A estos yo una negra nube mezclada con granizo, 120
mientras se mueven los flancos y ciñen el bosque con su batida,
 
desde lo alto derramaré y agitaré con truenos todo el cielo.
Huirán los acompañantes y serán cubiertos por una noche opaca:
Dido y el jefe troyano a la misma cueva
llegarán. Estaré presente, y, si es firme hacia mí tu voluntad, 125
los uniré en estable matrimonio y te la consagraré como propia.
Aquí el himeneo será.» No oponiéndose a la que pedía,
asintió y rió
Citerea, descubiertos los engaños.

Liber IV, 105-114

Olli (sensit enim simulata mente locutam, 105
quo regnum Italiae Libycas auerteret oras)
sic contra est ingressa Venus: 'Quis talia demens
abnuat aut tecum malit contendere bello?
Si modo quod memoras factum fortuna sequatur.
Sed fatis incerta feror, si Iuppiter unam 110
esse uelit Tyriis urbem Troiaque profectis,
misceriue probet populos aut foedera iungi.
Tu coniunx, tibi fas animum temptare precando.
Perge, sequar.' Tum sic excepit regia Iuno:

A ésta (pues se dio cuenta de que había hablado con intención simulada, 105
para desviar a las orillas líbicas el reino de Italia)
así, en contra, repuso Venus: «¿Qué demente tales cosas
rechazaría o preferiría contender en guerra contigo?
Ojalá, al menos, la fortuna siga al hecho que rememoras.
Pero insegura de los hados me muestro, de si Júpiter querría que una sola 110
fuera la ciudad para los tirios y para los que salieron de Troya,
o si aprobaría que los pueblos se mezclaran o que los pactos se firmaran.
Tú, su esposa, a ti te está permitido tantear su ánimo rogando.
Apresúrate, te seguiré.» Entonces, así continuó la regia Juno:

Liber IV, 90-104

Quam simul ac tali persensit peste teneri 90
cara Iouis coniunx nec famam obstare furori,
talibus adgreditur Venerem Saturnia dictis:
'Egregiam uero laudem et spolia ampla refertis
tuque puerque tuus (magnum et memorabile numen),
una dolo diuum si femina uicta duorum est. 95
Nec me adeo fallit ueritam te moenia nostra
suspectas habuisse domos Karthaginis altae.
Sed quis erit modus, aut quo nunc certamine tanto?
Quin potius pacem aeternam pactosque hymenaeos
exercemus? Habes tota quod mente petisti: 100
ardet amans Dido traxitque per ossa furorem.
Communem hunc ergo populum paribusque regamus
auspiciis; liceat Phrygio seruire marito
dotalisque tuae Tyrios permittere dextrae.' 


Tan pronto como se dio cuenta de que era poseída por tal enfermedad, 90
la querida esposa de Júpiter, y que la fama no sería un obstáculo a su locura,
se acerca a
la Saturnia Venus con estas palabras:
«Egregia, en verdad, alabanza y amplio botín sacáis
tú y tu hijo (gran y memorable numen),
si una sola mujer es vencida por el engaño de dos dioses. 95
Y, además, no se me escapa que tú, temiendo nuestras murallas,
has tenido las casas de la alta Cartago como peligrosas.
Pero, ¿cuál será la medida, o a dónde vamos ahora con tan gran disputa?
¿Por qué no, mejor, paz eterna y
pactados himeneos
practicamos? Tienes lo que pediste con toda tu mente: 100
arde amando Dido y contrajo por sus huesos la locura.
Este
pueblo común, pues, rijamos y con iguales
auspicios; permítasele servir a marido frigio
y sean confiados a tu diestra
como dote los tirios.»

Liber IV; 80-89

Post ubi digressi, lumenque obscura uicissim 80
luna premit suadentque cadentia sidera somnos,
sola domo maeret uacua stratisque relictis
incubat. Illum absens absentem auditque uidetque,
aut gremio Ascanium genitoris imagine capta
detinet, infandum si fallere possit amorem. 85
Non coeptae adsurgunt turres, non arma iuuentus
exercet portusue aut propugnacula bello
tuta parant: pendent opera interrupta minaeque
murorum ingentes aequataque machina caelo. 


Después, cuando se han marchado y la luz a su vez 80
la luna oscura oculta y los astros que caen invitan al sueño,
sola en una casa vacía se entristece y en los lechos abandonados
se recuesta. A aquel, ausente, ausente ella, lo oye y lo ve,
o en su regazo a Ascanio, abrazada la imagen
de su padre, 85
retiene, por si puede imitar un amor infando.
No se levantan las torres comenzadas, ni
las armas la juventud
practica ni los puertos ni los baluartes seguros para la guerra
preparan: quedan pendientes los trabajos interrumpidos y las amenazas
ingentes de los muros y las máquinas que se igualan al cielo.


Liber IV, 68-79

Vritur infelix Dido totaque uagatur
urbe furens, qualis coniecta cerua sagitta,
quam procul incautam nemora inter Cresia fixit 70
pastor agens telis liquitque uolatile ferrum
nescius: illa fuga siluas saltusque peragrat
Dictaeos; haeret lateri letalis harundo.
Nunc media Aenean secum per moenia ducit
Sidoniasque ostentat opes urbemque paratam, 75
incipit effari mediaque in uoce resistit;
nunc eadem labente die conuiuia quaerit,
Iliacosque iterum demens audire labores
exposcit pendetque iterum narrantis ab ore.


Se quema infeliz Dido y vaga por toda
la ciudad enloquecida, como una cierva a la que, lanzada una flecha
desde lejos,
en los bosques de Creta, incauta, hirió 70
un pastor persiguiéndola con sus armas y le dejó el volátil hierro
sin saberlo: aquella
en su huida recorre bosques y desfiladeros
dicteos; queda clavada en su
su costado la letal caña.
Ahora lleva consigo a Eneas por medio de las murallas
y hace ostentación de las riquezas sidonias y una ciudad preparada, 75
empieza a hablar y se detiene en medio de su voz;
ahora, al caer el día, busca el mismo banquete,
y, enloquecida, de nuevo escuchar los sufrimientos ilíacos
pide con insistencia y queda colgada de nuevo
de la boca del que narra.

Liber IV, 56-67

Principio delubra adeunt pacemque per aras
exquirunt; mactant lectas de more bidentis
legiferae Cereri Phoeboque patrique Lyaeo,
Iunoni ante omnis, cui uincla iugalia curae.
Ipsa tenens dextra pateram pulcherrima Dido 60
candentis uaccae media inter cornua fundit,
aut ante ora deum pinguis spatiatur ad aras,
instauratque diem donis, pecudumque reclusis
pectoribus inhians spirantia consulit exta.
Heu, uatum ignarae mentes! Quid uota furentem, 65
quid delubra iuuant? Est mollis flamma medullas
interea et tacitum uiuit sub pectore uulnus.


Al principio, se dirigen a los templos y la paz por los altares
buscan; sacrifican ovejas
de dos años escogidas según la costumbre
a Ceres legisladora, y a Febo y al padre Lieo,
a Juno antes que a todos, que cuida de los vínculos conyugales.
La propia Dido, bellísima, teniendo una pátera en la diestra 60
la vierte en medio de los cuernos de una blanca vaca,
o da vueltas junto a los pingües altares ante los rostros de los dioses
e instaura un día para las ofrendas y
en los pechos abiertos de los animales,
mirando con avidez, consulta sus entrañas palpitantes.
¡Ay, mentes ignorantes de los vates! ¿De qué los votos
a la que está loca, 65
de qué los templos ayudan? Devora la llama sus tiernas médulas,
entretanto, y vive callada en su pecho la herida.


Liber IV, 45-55

Dis equidem auspicibus reor et Iunone secunda 45
hunc cursum Iliacas uento tenuisse carinas.
Quam tu urbem, soror, hanc cernes, quae surgere regna
coniugio tali! Teucrum comitantibus armis
Punica se quantis attollet gloria rebus!
Tu modo posce deos ueniam, sacrisque litatis 50
indulge hospitio causasque innecte morandi,
dum pelago desaeuit hiems et aquosus Orion,
quassataeque rates, dum non tractabile caelum.' 

His dictis impenso animum flammauit amore
spemque dedit dubiae menti soluitque pudorem. 55


Pienso, ciertamente, que con auspicios divinos y Juno favorable 45
mantuvieron este rumbo por el viento las naves ilíacas.
¡Cómo verás esta ciudad tú, hermana, qué reinos surgir
de una boda tal! ¡Acompañándonos las armas de los troyanos,
con qué grandes hechos se levantará la gloria púnica!
Tú sólo pide la venia a los dioses y, obtenidos sacrificios favorables, 50
entrégate a la  hospitalidad e inventa causas de demorarse,
mientras desencadena su furor en el piélago
el invierno y el acuoso Orión,
y las naves están dañadas, mientras el cielo es tormentoso.»
Con estos dichos inflamó su espíritu de un amor vehemente
y dio esperanza a dubitativa mente y liberó su pudor. 55
 

Liber IV, 31-44

Anna refert: 'O luce magis dilecta sorori,
solane perpetua maerens carpere iuuenta
nec dulcis natos Veneris nec praemia noris?
Id cinerem aut manis credis curare sepultos?
Esto: aegram nulli quondam flexere mariti, 35
non Libyae, non ante Tyro; despectus Iarbas
ductoresque alii, quos Africa terra triumphis
diues alit: placitone etiam pugnabis amori?
Nec uenit in mentem quorum consederis aruis?
Hinc Gaetulae urbes, genus insuperabile bello, 40
et Numidae infreni cingunt et inhospita Syrtis;
hinc deserta siti regio lateque furentes
Barcaei. Quid bella Tyro surgentia dicam
germanique minas?


Ana responde: «Oh, más querida que la luz para tu hermana,
¿sola
te consumirás, afligiéndote, en perpetua juventud,
y no dulces hijos ni premios de Venus conocerás?
¿Crees que se preocupan de esto las cenizas o los Manes sepultados?
Sea: doliente, en otro tiempo, ningunos pretendientes te doblegaron 35
ni en Libia, ni antes en Tiro;
fue despreciado Yarbas
y otros caudillos a quienes la tierra de África alimenta
rica en triunfos: ¿Lucharás también contra un amor que te agrada?
¿Y no viene a tu mente en los campos de quiénes te has asentado?
De un lado las ciudades gétulas, linaje insuperable en la guerra, 40
y los númidas sin freno te rodean y la inhóspita Sirte;
de otro lado una región desolada por la sed y los muy furiosos

barceos. ¿Qué voy a decir de las guerras que se surgen en Tiro
y las amenazas de tu hermano?


Liber IV, 15-30

Si mihi non animo fixum immotumque sederet 15
ne cui me uinclo uellem sociare iugali,
postquam primus amor deceptam morte fefellit;
si non pertaesum thalami taedaeque fuisset,
huic uni forsan potui succumbere culpae.
Anna (fatebor enim) miseri post fata Sychaei 20
coniugis et sparsos fraterna caede penatis
solus hic inflexit sensus animumque labantem
impulit. Agnosco ueteris uestigia flammae.
Sed mihi uel tellus optem prius ima dehiscat
uel pater omnipotens adigat me fulmine ad umbras, 25
pallentis umbras Erebo noctemque profundam,
ante, pudor, quam te uiolo aut tua iura resoluo.
Ille meos, primus qui me sibi iunxit, amores
abstulit; ille habeat secum seruetque sepulcro.'

Sic effata sinum lacrimis impleuit obortis. 30

Si no estuviera asentado en mi ánimo, fijo e inmutable, 15
el no querer unirme a nadie con vínculo conyugal,
después que mi primer amor me falló, burlada, con su muerte;
si no me hubiera hartado del tálamo y de la antorcha nupcial,
a esta sola culpa, quizás, habría podido sucumbir.
Ana (te lo confesaré, en efecto) después de los hados de mi
desgraciado esposo 20
Siqueo y de
mis Penates esparcidos por la matanza de mi hermano,
sólo este doblegó mis sentidos y mi lábil corazón
impulsó. Reconozco los vestigios de la vieja llama.
Pero
primero o quisiera que la tierra profunda se abra para mí,
o que
el padre omnipotente me empuje con su rayo a las sombras, 25
a las pálidas sombras del Erebo y a la noche profunda,
antes de que
, Pudor, te ultraje o rompa tus juramentos.
Aquel, el primero que para sí me unió, mis amores

se llevó
; que los tenga consigo y los conserve en su sepulcro.»
Habiendo hablado así, llenó su regazo con las lágrimas surgidas. 30

Liber IV, 1-14


At regina graui iamdudum saucia cura
uulnus alit uenis et caeco carpitur igni.
Multa uiri uirtus animo multusque recursat
gentis honos; haerent infixi pectore uultus
uerbaque nec placidam membris dat cura quietem. 5
Postera Phoebea lustrabat lampade terras
umentemque Aurora polo dimouerat umbram,
cum sic unanimam adloquitur male sana sororem:
'Anna soror, quae me suspensam insomnia terrent!
Quis nouus hic nostris successit sedibus hospes, 10
quem sese ore ferens, quam forti pectore et armis!
Credo equidem, nec uana fides, genus esse deorum.
Degeneres animos timor arguit. Heu, quibus ille
iactatus fatis! Quae bella exhausta canebat!


Por su parte, la reina, angustiada hace tiempo por una grave inquietud,
una herida alimenta en sus venas y es consumida por un fuego oculto.
El gran valor de aquel hombre vuelve a menudo a su ánimo y el gran
honor de este pueblo; quedan fijados en su pecho su rostro
y sus palabras y no da plácido descanso a sus miembros la inquietud. 5
L
a Aurora siguiente recorría las tierras con la luz de Febo
y había alejado del cielo la húmeda sombra
cuando así se habla, desequilibrada, a su unánime hermana:
«
Hermana Ana, ¡qué ensueños me aterrorizan indecisa!
¡Qué nuevo huésped se acercó aquí a nuestra casa, 10
a quién pareciéndose en el rostro, qué fuerte en su pecho y en sus armas!

Creo, ciertamente, y no es vana confianza, que su linaje es de dioses.
El temor muestra los espíritus indignos. ¡Ay, por qué hados
él fue lanzado! ¡Qué guerras llevadas a término cantaba!

Liber IV - Sinopsis

Es el famoso libro de los amores de Dido y Eneas. Comienza cuando Dido abre su corazón a Ana, su hermana del alma, y le expone su terrible dilema: se ha enamorado del héroe troyano, pero aún respeta la memoria de Siqueo, su primer marido ya muerto. Animada por las palabras de su hermana, que le reprocha el haber rechazado ya a otros pretendientes africanos, Dido rompe todos los lazos del pudor y se entrega a una ardiente pasión por Eneas.
Juno y Venus, por razones bien distintas, acuerdan propiciar la unión de Dido con Eneas y unir a los dos pueblos. Salen los héroes de cacería; protegidos en una cueva de una repentina tormenta, se consuma su himeneo. 
Instigado por las súplicas de Yarbas, rey de los getulos a quien Dido había despreciado, Júpiter envía a Mercurio para que recuerde a Eneas el objetivo de su misión y le reproche su abandono.
Prepara entonces en secreto la partida, pero Dido lo descubre e intenta convencerle de mil maneras para que se quede a su lado. Al no conseguirlo, la reina decide quitarse la vida y maldecir para siempre a Eneas y a su pueblo. Parten las naves troyanas mientras asoman por encima de las murallas las llamas de la pira de Dido.

Liber III, 697-718

Hinc Drepani me portus et inlaetabilis ora
accipit. Hic pelagi tot tempestatibus actus
heu, genitorem, omnis curae casusque leuamen,
amitto Anchisen. Hic me, pater optime, fessum 710
deseris, heu, tantis nequiquam erepte periclis!
Nec uates Helenus, cum multa horrenda moneret,
hos mihi praedixit luctus, non dira Celaeno.
Hic labor extremus, longarum haec meta uiarum,
hinc me digressum uestris deus appulit oris. 715


De aquí el puerto de Drépano y su aciaga playa
me acogen. Aquí, llevado por tantas tempestades del mar,
¡ay!, a mi padre, consuelo de toda preocupación y desgracia,
pierdo, a Anquises. ¡Aquí, óptimo padre, cansado 710
me dejas, ¡ay!, en vano arrancado de peligros tan grandes!
Ni el vate Héleno, aunque muchas cosas horrendas me aconsejara,
me predijo este luto, ni la terrible Celeno.
Este fue mi último esfuerzo, esta la meta de largos caminos,
de aquí desviado un dios me impulsó a vuestras playas.
» 715



Sic pater Aeneas intentis omnibus unus
fata renarrabat diuum cursusque docebat.
Conticuit tandem factoque hic fine quieuit.


Así el padre Eneas, solo ante todos los que estaban atentos,
volvía a narrar los hados de los dioses y enseñaba su curso.
Calló, finalmente, y, hecho aquí el final, descansó.

 


Liber III, 692-706

Sicanio praetenta sinu iacet insula contra
Plemyrium undosum; nomen dixere priores
Ortygiam. Alpheum fama est huc Elidis amnem
occultas egisse uias subter mare, qui nunc 695
ore, Arethusa, tuo Siculis confunditur undis.
Iussi numina magna loci ueneramur, et inde
exsupero praepingue solum stagnantis Helori.
Hinc altas cautes proiectaque saxa Pachyni
radimus, et fatis numquam concessa moueri 700
apparet Camerina procul campique Geloi,
immanisque Gela fluuii cognomine dicta.
Arduus inde Acragas ostentat maxima longe
moenia, magnanimum quondam generator equorum;
teque datis linquo uentis, palmosa Selinus, 705
et uada dura lego saxis Lilybeia caecis.


En el golfo sicanio se encuentra una isla tendida
frente al undoso Plemirio; los antiguos le dijeron el nombre
de Ortigia. Es fama que el Alfeo, río de la Élide,
llevó hasta aquí vías ocultas bajo el mar, que ahora, 695
Aretusa, con las aguas sículas se confunde en tu boca.
Según lo ordenado, veneramos los grandes númenes del lugar y luego
dejo atrás el fértil suelo del pantanoso Heloro.
De aquí los altos riscos y las rocas salientes del Paquino
bordeamos y aquella a la que no le fue concedido por los hados moverse, 700
Camerina, aparece a lo lejos, y los campos geloos
y Gela, llamada por el nombre de un gran río.
Luego enseña a lo lejos sus grandísimas murallas la elevada
Agrigento, en otro tiempo engendradora de magnánimos caballos;
y, dados los vientos, te dejo a ti, Selinunte abundante en palmeras, 705
y recorro los crueles vados de Lilibeo con sus ocultas rocas.


Liber III, 669-691

Sensit, et ad sonitum uocis uestigia torsit.
Verum ubi nulla datur dextra adfectare potestas 670
nec potis Ionios fluctus aequare sequendo,
clamorem immensum tollit, quo pontus et omnes
intremuere undae, penitusque exterrita tellus
Italiae curuisque immugiit Aetna cauernis.
At genus e siluis Cyclopum et montibus altis 675
excitum ruit ad portus et litora complent.
Cernimus astantis nequiquam lumine toruo
Aetnaeos fratres caelo capita alta ferentis,
concilium horrendum: quales cum uertice celso
aeriae quercus aut coniferae cyparissi 680
constiterunt, silua alta Iouis lucusue Dianae.
Praecipitis metus acer agit quocumque rudentis
excutere et uentis intendere uela secundis.
Contra iussa monent Heleni, Scyllamque Charybdinque
inter, utrimque uiam leti discrimine paruo, 685
ni teneam cursus: certum est dare lintea retro.
Ecce autem Boreas angusta ab sede Pelori
missus adest: uiuo praeteruehor ostia saxo
Pantagiae Megarosque sinus Thapsumque iacentem.
Talia monstrabat relegens errata retrorsus 690
litora Achaemenides, comes infelicis Vlixi.


Lo sintió y torció sus pasos hacia el sonido de las voces.
Pero, cuando no se da ninguna posibilidad de agarrarnos con su derecha 670
ni puede igualar a las olas jonias persiguiéndonos,
levanta un inmenso clamor, con el que el mar y todas
las olas temblaron y aterrorizada profundamente la tierra
de Italia
mugió y el Etna en sus curvas cavernas.
Y
la raza de los Cíclopes desde los bosques y desde los altos montes 675
excitada acude corriendo al puerto y llenan el litoral.
Los vemos de pie en vano con su torvo ojo,
a los hermanos del Etna llevando al cielo sus altas cabezas,
horrendo concilio: cuales con la copa erguida 
las aéreas encinas o los coníferos cipreses 680
se levantan, alta selva de Júpiter o bosque sagrado de Diana.
Un fuerte miedo nos precipita a sacudir las jarcias
hacia donde sea y a tender las velas a vientos favorables.
En contra aconsejan las órdenes de Héleno, que entre Escila y
Caribdis, camino de muerte a uno y otro lado en pequeña distancia, 685
no mantenga mi rumbo: es más seguro volver las velas.
En cambio, he aquí que se presenta Bóreas salido de su angosta sede
del Peloro: dejo atrás la desembocadura en roca viva
de Pantagia y el golfo de Mégara y la yacente Tapso.
Tales costas nos mostraba
volviendo a pasar los errados 690
litorales en sentido inverso
Aqueménides, el compañero del infortunado Ulises.


Liber III, 655-668

Vix ea fatus erat summo cum monte uidemus 655
ipsum inter pecudes uasta se mole mouentem
pastorem Polyphemum et litora nota petentem,
monstrum horrendum, informe, ingens, cui lumen ademptum.
Trunca manum pinus regit et uestigia firmat;
lanigerae comitantur oues; ea sola uoluptas 660
solamenque mali.
Postquam altos tetigit fluctus et ad aequora uenit,
luminis effossi fluidum lauit inde cruorem
dentibus infrendens gemitu, graditurque per aequor
iam medium, necdum fluctus latera ardua tinxit. 665
Nos procul inde fugam trepidi celerare recepto
supplice sic merito tacitique incidere funem,
uertimus et proni certantibus aequora remis.


Apenas había dicho estas cosas cuando en lo alto del monte vemos 655
al propio pastor Polifemo entre sus ganados, moviéndose
con su vasta mole y dirigiéndose al conocido litoral,
monstruo horrendo, informe, gigantesco, que tenía quitado el ojo.
Un pino cortado gobierna su mano y afirma sus pasos;
le acompañan sus lanígeras ovejas;
éste era su solo placer 660
y el consuelo de su mal.
Después que tocó las aguas profundas y llegó al mar,
de su ojo atravesado lavó luego la fluida sangre
rechinando los dientes en un gemido, y avanza ya por el medio
del mar y todavía las olas no mojaron sus altos costados. 665
Entonces, nosotros, lejos,
nos lanzamos a acelerar la huida, temblorosos,
aceptado el suplicante que así lo merecía, y a cortar las cuerdas, callados,
y al mar, inclinados sobre remos que competían.

Liber III, 639-654

Sed fugite, o miseri, fugite atque ab litore funem
rumpite. 640
Nam qualis quantusque cauo Polyphemus in antro
lanigeras claudit pecudes atque ubera pressat,
centum alii curua haec habitant ad litora uulgo
infandi Cyclopes et altis montibus errant.
Tertia iam lunae se cornua lumine complent 645
cum uitam in siluis inter deserta ferarum
lustra domosque traho uastosque ab rupe Cyclopas
prospicio sonitumque pedum uocemque tremesco.
Victum infelicem, bacas lapidosaque corna,
dant rami, et uulsis pascunt radicibus herbae. 650
Omnia conlustrans hanc primum ad litora classem
conspexi uenientem. Huic me, quaecumque fuisset,
addixi: satis est gentem effugisse nefandam.
Vos animam hanc potius quocumque absumite leto.' 


Pero huid, oh desgraciados, huid y la maroma de la playa
arrancad. 640
Pues de la misma clase y tan grandes como ese Polifemo que en antro cavo
encierra lanígeras reses y ordeña sus ubres,
otros cien Ciclopes infandos habitan conmúmente
estos curvos litorales y andan errantes por sus altos montes.
Ya los terceros cuernos de la luna se llenan
de luz 645
desde que arrastro mi vida en las selvas entre desiertas
guaridas de fieras y moradas y desde una roca
a los Ciclopes gigantes
observo y tiemblo al sonido de sus pasos y a su voz.
Alimento infeliz, bayas y cerezas como las piedras,
dan ramas y las hierbas me nutren con las raíces arrancadas. 650
Recorriendo todos los sitios vi, por vez primera, una flota
que llegaba a este litoral, esta. Y, cualquiera que fuera,
a ella me junté: bastante es haber escapado de un pueblo nefando.
Vosotros, mejor, cobraos esta vida con cualquier muerte.”



Liber III, 623-638

Vidi egomet duo de numero cum corpora nostro
prensa manu magna medio resupinus in antro
frangeret ad saxum, sanieque aspersa natarent 625
limina; uidi atro cum membra fluentia tabo
manderet et tepidi tremerent sub dentibus artus.
Haud impune quidem, nec talia passus Vlixes
oblitusue sui est Ithacus discrimine tanto.
Nam simul expletus dapibus uinoque sepultus 630
ceruicem inflexam posuit, iacuitque per antrum
immensus saniem eructans et frusta cruento
per somnum commixta mero, nos magna precati
numina sortitique uices una undique circum
fundimur, et telo lumen terebramus acuto 635
ingens quod torua solum sub fronte latebat,
Argolici clipei aut Phoebeae lampadis instar,
et tandem laeti sociorum ulciscimur umbras.


Yo mismo lo he visto cuando a dos cuerpos de nuestra tropa
apresados por su gran mano, tendido en medio de su antro,
los machacó contra la roca y se inundaron los umbrales de sangre 625
salpicada; lo he visto cuando los miembros chorreando negra sangre
masticaba y temblaban las tibias articulaciones entre sus dientes.
Ciertamente no quedó sin castigo ni tales cosas soportó Ulises,
ni
se olvidó de sí mismo el de Ítaca en tan gran situación crítica.
Pues, en cuanto lleno de manjares y sepultado en vino, 630
puso flexionada su cerviz y yació por su antro,
inmenso, vomitando sangre
y bocados mezclados,
durante el sueño, con vino sanguinolento, suplicamos nosotros a los grandes
númina y, sorteando las funciones, a la vez por todas partes
nos derramamos alrededor, y con una aguda arma perforamos su ojo 635
ingente, el único que se ocultaba bajo su torva frente,
a la manera de un escudo de Argos o de una lámpara de Febo,
y, finalmente, vengamos, alegres, las sombras de nuestros compañeros.


Liber III, 607-622

Dixerat et genua amplexus genibusque uolutans
haerebat. Qui sit fari, quo sanguine cretus,
hortamur, quae deinde agitet fortuna fateri.
Ipse pater dextram Anchises haud multa moratus 610
dat iuueni atque animum praesenti pignore firmat.
Ille haec deposita tandem formidine fatur:
'Sum patria ex Ithaca, comes infelicis Vlixi,
nomine Achaemenides, Troiam genitore Adamasto
paupere (mansissetque utinam fortuna!) profectus. 615
Hic me, dum trepidi crudelia limina linquunt,
immemores socii uasto Cyclopis in antro
deseruere. Domus sanie dapibusque cruentis,
intus opaca, ingens. Ipse arduus, altaque pulsat
sidera (di, talem terris auertite pestem!) 620
nec uisu facilis nec dictu adfabilis ulli;
uisceribus miserorum et sanguine uescitur atro.


Había dicho y, abrazando mis rodillas y de rodillas arrastrándose,
se había quedado quieto. A decirnos quién era, de qué sangre nacido,
lo exhortamos, luego a que nos confesara qué fortuna le persigue.
El propio padre Anquises, no demorándose mucho, su diestra 610
da al joven y afirma su ánimo con la presente prueba.
Aquel, dejado al fin su miedo, dice estas cosas:
“Soy de la
patria de Ítaca, compañero del infeliz Ulises,
de nombre Aqueménides, que a Troya por mi pobre padre
Adamasto (¡y ojalá hubiera permanecido esa fortuna!)
marché. 615
Aquí, mientras temblorosos dejan los crueles umbrales,
mis compañeros, sin acordarse, en el vasto antro
del Cíclope
me abandonaron. Una casa de sangre corrompida y manjares cruentos,
sin luz dentro, ingente. Él mismo, alto y toca las altas
estrellas (¡Dioses, apartad de las tierras tal peste!) 620
y no es fácil de ver ni afable de escuchar para nadie;
de las vísceras de los desgraciados y de su negra sangre
se alimenta.

Liber III, 588-606

Postera iamque dies primo surgebat Eoo
umentemque Aurora polo dimouerat umbram,
cum subito e siluis macie confecta suprema 590
ignoti noua forma uiri miserandaque cultu
procedit supplexque manus ad litora tendit.
Respicimus. Dira inluuies immissaque barba,
consertum tegimen spinis: at cetera Graius,
et quondam patriis ad Troiam missus in armis. 595
Isque ubi Dardanios habitus et Troia uidit
arma procul, paulum aspectu conterritus haesit
continuitque gradum; mox sese ad litora praeceps
cum fletu precibusque tulit: 'per sidera testor,
per superos atque hoc caeli spirabile lumen, 600
tollite me, Teucri. Quascumque abducite terras:
hoc sat erit. Scio me Danais e classibus unum
et bello Iliacos fateor petiisse penatis.
Pro quo, si sceleris tanta est iniuria nostri,
spargite me in fluctus uastoque immergite ponto; 605
si pereo, hominum manibus periisse iuuabit.'


Y ya el siguiente día se levantaba al principio del Oriente
y la Aurora
había retirado ya del cielo la húmeda sombra,
cuando, súbitamente,
desde el bosque, alcanzada una suprema delgadez, 590
una nueva figura de un hombre desconocido y digna de lástima por su aspecto
avanza y tiende sus manos, suplicante, hacia el litoral.
Lo volvemos a mirar. Terrible suciedad y barba larga,
el vestido cosido con espinas: pero, por lo demás, un griego
también enviado un día contra Troya en la armada patria. 595
Y él cuando vio a lo lejos vestidos dardanios y de Troya
las armas, aterrado un poco por la visión se quedó de pie
y detuvo su paso; luego se lanzó de cabeza a la playa
con llanto y con estas preces dijo: “A las estrellas pongo por testigos,
a los dioses y a esta luz del cielo que respiramos, 600
llevadme, teucros. Guiadme a cualesquiera tierras:
esto será bastante. Sé que yo fui uno de la flota de los dánaos
y confieso que me dirigí contra los Penates de Troya en la guerra.
Por lo que, si es tan grande la injuria de mi crimen,
arrojadme a las olas y sumergidme en el profundo mar; 605
si perezco, será grato haber perecido por manos de hombres.”


Liber III, 570-587

Portus ab accessu uentorum immotus et ingens 570
ipse: sed horrificis iuxta tonat Aetna ruinis,
interdumque atram prorumpit ad aethera nubem
turbine fumantem piceo et candente fauilla,
attollitque globos flammarum et sidera lambit;
interdum scopulos auulsaque uiscera montis 575
erigit eructans, liquefactaque saxa sub auras
cum gemitu glomerat fundoque exaestuat imo.
Fama est Enceladi semustum fulmine corpus
urgeri mole hac, ingentemque insuper Aetnam
impositam ruptis flammam exspirare caminis, 580
et fessum quotiens mutet latus, intremere omnem
murmure Trinacriam et caelum subtexere fumo.
Noctem illam tecti siluis immania monstra
perferimus, nec quae sonitum det causa uidemus.
Nam neque erant astrorum ignes nec lucidus aethra 585
siderea polus, obscuro sed nubila caelo,
et lunam in nimbo nox intempesta tenebat.


El puerto está libre del acoso de los vientos y él mismo 570
es ingente: pero cerca truena el Etna con horribles ruinas,
y, de vez en cuando, lanza hacia el éter una negra nube
que humea con un torbellino de pez y candente ceniza,
y levanta globos de llamas y lame las estrellas;
otras veces, escollos y las entrañas arrancadas del monte 575
se levanta vomitando y a las auras rocas hechas líquido
con estruendo amontona y hierve en el profundo fondo.
Es fama que el cuerpo de Encélado semiquemado por un rayo
es oprimido por esta mole y que el ingente Etna, además,
las llamas  producidas respira por sus rotas chimeneas 580
y que cuantas veces muda, cansado, de lado, tiembla toda
la Trinacria con un murmullo y el cielo se cubre de humo.
Aquella noche, cubiertos por los bosques, enormes prodigios
soportamos, sin que viéramos qué causa originaba el sonido.
Pues ni había fuegos de astros ni el lúcido éter 585
tenía su bóveda sideral, sino que había nubes en un cielo oscuro
y una noche desapacible mantenía la luna entre los nimbos.