Liber IV, 68-79

Vritur infelix Dido totaque uagatur
urbe furens, qualis coniecta cerua sagitta,
quam procul incautam nemora inter Cresia fixit 70
pastor agens telis liquitque uolatile ferrum
nescius: illa fuga siluas saltusque peragrat
Dictaeos; haeret lateri letalis harundo.
Nunc media Aenean secum per moenia ducit
Sidoniasque ostentat opes urbemque paratam, 75
incipit effari mediaque in uoce resistit;
nunc eadem labente die conuiuia quaerit,
Iliacosque iterum demens audire labores
exposcit pendetque iterum narrantis ab ore.


Se quema infeliz Dido y vaga por toda
la ciudad enloquecida, como una cierva a la que, lanzada una flecha
desde lejos,
en los bosques de Creta, incauta, hirió 70
un pastor persiguiéndola con sus armas y le dejó el volátil hierro
sin saberlo: aquella
en su huida recorre bosques y desfiladeros
dicteos; queda clavada en su
su costado la letal caña.
Ahora lleva consigo a Eneas por medio de las murallas
y hace ostentación de las riquezas sidonias y una ciudad preparada, 75
empieza a hablar y se detiene en medio de su voz;
ahora, al caer el día, busca el mismo banquete,
y, enloquecida, de nuevo escuchar los sufrimientos ilíacos
pide con insistencia y queda colgada de nuevo
de la boca del que narra.

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