Talibus incensus dictis senioris amici
tum uero in curas animo diducitur omnis; 720
et Nox atra polum bigis subuecta tenebat.
Visa dehinc caelo facies delapsa parentis
Anchisae subito talis effundere uoces:
'Nate, mihi uita quondam, dum uita manebat,
care magis, nate Iliacis exercite fatis, 725
imperio Iouis huc uenio, qui classibus ignem
depulit, et caelo tandem miseratus ab alto est.
Consiliis pare quae nunc pulcherrima Nautes
dat senior; lectos iuuenes, fortissima corda,
defer in Italiam. Gens dura atque aspera cultu 730
debellanda tibi Latio est. Ditis tamen ante
infernas accede domos et Auerna per alta
congressus pete, nate, meos. Non me impia namque
Tartara habent, tristes umbrae, sed amoena piorum
concilia Elysiumque colo. Huc casta Sibylla 735
nigrarum multo pecudum te sanguine ducet.
Tum genus omne tuum et quae dentur moenia disces.
Iamque uale; torquet medios Nox umida cursus
et me saeuus equis Oriens adflauit anhelis.'
Animado por tales dichos de su anciano amigo,
atiende, sin embargo, en su ánimo a todas sus preocupaciones; 720
y la negra Noche llevada en su biga ocupaba el polo.
Luego, bajando del cielo, se le apareció la imagen de su padre
Anquises de repente para infundirle palabras de tal clase:
«Hijo más querido para mí en otro tiempo que la vida, mientras la vida
permanecía, hijo atormentado por los hados de Ilión, 725
aquí vengo por orden de Júpiter, que apartó el fuego
de tus naves y, finalmente, se compadeció desde el alto cielo.
Obedece a los consejos que ahora te da hermosísimos
el anciano Nautes; selectos jóvenes, fortísimos corazones
lleva a Italia. Tendrás que pelear en el Lacio 730
con un pueblo duro y de áspera cultura. Antes, sin embargo, accede
a las mansiones infernales de Dite y por el profundo Averno
avanzando dirígete, hijo, hacia mí. No me tiene, en efecto, el impío
Tártaro, las tristes sombras, sino que frecuento los amenos
concilios de los píos y el Elisio. Aquí la casta Sibila 735
te guiará con mucha sangre de negros animales.
Entonces aprenderás todo tu linaje y qué murallas se te dan.
Y ya, adiós; dobla la mitad de su curso la húmeda Noche
y el cruel Oriente me ha soplado con sus jadeantes caballos.»
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