Liber V, 680-699

Sed non idcirco flamma atque incendia uiris 680

indomitas posuere; udo sub robore uiuit

stuppa uomens tardum fumum, lentusque carinas

est uapor et toto descendit corpore pestis,

nec uires heroum infusaque flumina prosunt.

Tum pius Aeneas umeris abscindere uestem 685

auxilioque uocare deos et tendere palmas:

'Iuppiter omnipotens, si nondum exosus ad unum

Troianos, si quid pietas antiqua labores

respicit humanos, da flammam euadere classi

nunc, pater, et tenuis Teucrum res eripe leto. 690

Vel tu, quod superest, infesto fulmine morti,

si mereor, demitte tuaque hic obrue dextra.'

Vix haec ediderat cum effusis imbribus atra

tempestas sine more furit tonitruque tremescunt

ardua terrarum et campi; ruit aethere toto 695

turbidus imber aqua densisque nigerrimus Austris,

implenturque super puppes, semusta madescunt

robora, restinctus donec uapor omnis et omnes

quattuor amissis seruatae a peste carinae.


Pero no por eso las llamas y los incendios sus fuerzas 680

indómitas depusieron; bajo el húmedo roble vive

la estopa vomitando tardo humo y un vapor lento

devora las naves y desciende la peste por todo el cuerpo,

y no valen las fuerzas de los héroes ni los ríos derramados.

Entonces el pío Eneas se arranca el vestido de sus hombros 685

e invoca a los dioses para que le ayuden y tiende sus palmas:

«Júpiter omnipotente, si aún no odias a los troyanos

hasta el último, si todavía la antigua piedad contempla algo

los sufrimientos humanos, permite que las llamas se vayan de la flota

ahora, padre, y arrebata a la muerte los frágiles restos de los teucros. 690

O envía tú a la muerte con el rayo enemigo lo que nos queda,

si lo merezco, y aplástanos aquí con tu propia diestra.»

Apenas había dicho estas cosas cuando, comenzadas las lluvias, una negra

tempestad nunca vista se desata y tiemblan con el trueno

las zonas elevadas de las tierras y del campo; cae de todo el éter 695

una turbulenta lluvia de agua y negrísima de los densos Austros,

y se llenan hasta arriba las naves y medio quemados se empapan

los robles, hasta que se apagó todo el vapor y todos

los barcos, perdidos cuatro, se salvaron de la destrucción.

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