Liber IV, 584-606

Et iam prima nouo spargebat lumine terras
Tithoni croceum linquens Aurora cubile. 585
Regina e speculis ut primam albescere lucem
uidit et aequatis classem procedere uelis,
litoraque et uacuos sensit sine remige portus,
terque quaterque manu pectus percussa decorum
flauentisque abscissa comas 'Pro Iuppiter! Ibit 590
hic,' ait 'et nostris inluserit aduena regnis?
Non arma expedient totaque ex urbe sequentur,
diripientque rates alii naualibus? Ite,
ferte citi flammas, date tela, impellite remos!
Quid loquor? Aut ubi sum? Quae mentem insania mutat? 595
Infelix Dido, nunc te facta impia tangunt?
Tum decuit, cum sceptra dabas. En dextra fidesque,
quem secum patrios aiunt portare penatis,
quem subiisse umeris confectum aetate parentem!
Non potui abreptum diuellere corpus et undis 600
spargere? Non socios, non ipsum absumere ferro
Ascanium patriisque epulandum ponere mensis?
Verum anceps pugnae fuerat fortuna. Fuisset:
quem metui moritura? Faces in castra tulissem
implessemque foros flammis natumque patremque 605
cum genere exstinxem, memet super ipsa dedissem.
 
Y ya la primera Aurora regaba las tierras con su nueva luz,
dejando el cubil azafrán de Titono. 585
La reina cuando desde su atalaya blanquear
la primera luz
vio y a la flota avanzar con las velas en línea,
y notó las playas y puertos vacíos y sin remeros,
golpeando tres y cuatro veces con la mano su hermoso pecho
y mesándose los rubios cabellos: « ¡Por Júpiter! ¿Se marchará
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este?», dice. «y ¿se burlará un extranjero de nuestros reinos?
¿No tomarán las armas y lo perseguirán de la ciudad entera,
no arrancarán otros las naves de sus diques? ¡Id,
llevad rápidos las llamas, lanzad flechas, impulsad los remos!
¿Qué estoy diciendo? ¿Dónde estoy? ¿Qué locura muda mi mente?
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Infeliz Dido, ¿ahora te afectan los hechos impíos?
Entonces hubiera sido conveniente, cuando le dabas tu cetro. ¡Ay, diestra y fidelidad,
que dicen que lleva consigo los patrios Penates,
que subió en sus hombros a un padre vencido por la edad!
¿No pude destrozar su cuerpo arrebatado y por las olas
600
esparcirlo? ¿No pasar por la espada a sus compañeros
y al mismo Ascanio, y ponerlo en la mesa paterna para comer?
Pero incierta habría sido la fortuna de la lucha. Hubiera sido lo mismo:
¿A quién temí, si iba a morir? Antorchas habría lanzado contra su campamento
y habría llenado de fuego todas sus esquinas, y al hijo y al padre 605
habría extinguido con su linaje , y yo misma además me habría entregado.

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