Liber II, 721-734


Haec fatus latos umeros subiectaque colla
ueste super fuluique insternor pelle leonis,
succedoque oneri; dextrae se paruus Iulus
implicuit sequiturque patrem non passibus aequis;
pone subit coniunx. Ferimur per opaca locorum, 725
et me, quem dudum non ulla iniecta mouebant
tela neque aduerso glomerati examine Grai,
nunc omnes terrent aurae, sonus excitat omnis
suspensum et pariter comitique onerique timentem.
Iamque propinquabam portis omnemque uidebar 730
euasisse uiam, subito cum creber ad auris
uisus adesse pedum sonitus, genitorque per umbram
prospiciens 'Nate,' exclamat, 'fuge, nate; propinquant.
Ardentis clipeos atque aera micantia cerno.'

Habiendo dicho estas cosas, mis anchos hombros y mi cuello agachado
cubro con un vestido y con la piel de un león amarillo,
y me pongo debajo de mi carga; de mi diestra el pequeño Julo
se agarró y sigue a su padre con pasos no iguales;
detrás viene mi cónyuge. Somos llevados por los sitios oscuros de los lugares 725
y a mí, a quien ningún arma lanzada conmovía
ni los griegos aglomerados en un enjambre adverso,
ahora todas las brisas me aterrorizan, todo sonido me excita
indeciso y temiendo igualmente por mi compañero y por mi carga.
Y ya estaba cerca de las puertas y parecía todo el camino 730
haber salvado cuando, súbitamente, un sonido abundante a mis oídos
de unos pasos pareció llegar, y mi padre
entre las sombras
mirando: “Hijo," exclama, "huye, hijo; se acercan.
Puedo ver sus escudos ardientes y sus brillantes bronces.”

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