Liber II, 692-706

Vix ea fatus erat senior, subitoque fragore
intonuit laeuum, et de caelo lapsa per umbras
stella facem ducens multa cum luce cucurrit.
Illam summa super labentem culmina tecti 695
cernimus Idaea claram se condere silua
signantemque uias; tum longo limite sulcus
dat lucem et late circum loca sulphure fumant.
Hic uero uictus genitor se tollit ad auras
adfaturque deos et sanctum sidus adorat. 700
'Iam iam nulla mora est; sequor et qua ducitis adsum,
di patrii; seruate domum, seruate nepotem.
Vestrum hoc augurium, uestroque in numine Troia est.
Cedo equidem nec, nate, tibi comes ire recuso.'
Dixerat ille, et iam per moenia clarior ignis 705
auditur, propiusque aestus incendia uoluunt.

Apenas había dicho estas cosas el anciano, y con súbito fragor
tronó por la izquierda y deslizándose desde el cielo entre las sombras
una estrella llevando un haz con mucha luz pasó corriendo.
Vimos que aquella pasando sobre los más altos tejados de la casa 695
se escondía clara en el bosque del Ida
y señalando caminos; entonces por un largo sendero el surco
da luz y los lugares humean ampliamente con azufre.
Entonces, en verdad, vencido, mi padre se levanta hacia las auras
y habla a los dioses y adora la sagrada estrella. 700
“Ya ya no hay demora alguna; te sigo y a donde me lleváis voy,
dioses patrios; salvad mi casa, salvad a mi nieto.
Este es vuestro augurio y en vuestro numen está Troya.
Cedo, ciertamente, e
, hijo, no rechazo ir como un compañero para ti.”
Había dicho aquel, y ya por las murallas más claro el fuego 705
se oye y más cerca se revuelven las llamas del incendio.

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