Liber II, 679-691


Talia uociferans gemitu tectum omne replebat,
cum subitum dictuque oritur mirabile monstrum. 680
Namque manus inter maestorumque ora parentum
ecce leuis summo de uertice uisus Iuli
fundere lumen apex, tactuque innoxia mollis
lambere flamma comas et circum tempora pasci.
Nos pauidi trepidare metu crinemque flagrantem 685
excutere et sanctos restinguere fontibus ignis.
At pater Anchises oculos ad sidera laetus
extulit et caelo palmas cum uoce tetendit:
'Iuppiter omnipotens, precibus si flecteris ullis,
aspice nos, hoc tantum, et si pietate meremur, 690
da deinde auxilium, pater, atque haec omina firma.' 

Vociferando tales cosas con su gemido toda la casa llenaba,
cuando surge un prodigio súbito y admirable de decir. 680
Pues entre las manos y los rostros de sus tristes padres,
he aquí que desde lo alto de la cabeza de Julo pareció
difundir su luz una leve corona e, inofensiva al tacto, una dulce
llama lamer sus cabellos y posarse alrededor de sus sienes.
Nosotros, pávidos, temblábamos de miedo y el cabello
que ardía 685
sacudíamos y extinguíamos los fuegos sagrados en una fuente.
Pero el padre Anquises
sus ojos hacia los astros, alegre,
levantó y junto con su voz las palmas al cielo tendió:
“Júpiter omnipotente, si te ablandas por algunas preces,
míranos, tan sólo esto, y, si merecemos de tu piedad, 690
danos luego tu ayuda, padre, y confirma estos presagios.”

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