Liber II, 347-360

Quos ubi confertos ardere in proelia uidi,
incipio super his: 'Iuuenes, fortissima frustra
pectora, si uobis audentem extrema cupido
certa sequi, quae sit rebus fortuna uidetis: 350
excessere omnes adytis arisque relictis
di quibus imperium hoc steterat; succurritis urbi
incensae. Moriamur et in media arma ruamus.
Vna salus uictis nullam sperare salutem.'
Sic animis iuuenum furor additus. Inde, lupi ceu 355
raptores atra in nebula, quos improba uentris
exegit caecos rabies catulique relicti
faucibus exspectant siccis, per tela, per hostis
uadimus haud dubiam in mortem mediaeque tenemus
urbis iter; nox atra caua circumuolat umbra. 360

Cuando los vi juntos mostrar ardor en el combate,
empiezo además con estas cosas: "Jóvenes, corazones en vano valientes,
si tenéis un decidido deseo de seguir al que se atreve
a cosas extremas, podéis ver qué fortuna hay en nuestras cosas: 350
marcharon, abandonados los templos y las aras, todos
los dioses con los que este imperio se había mantenido en pie; socorréis a una ciudad
incendiada. Muramos y en medio de las armas
corramos.
La única salvación para los vencidos es no esperar salvación ninguna.”
Así se añadió furor en los espíritus de los jóvenes. Y luego,
como lobos 355
raptores en la oscura niebla, a quienes una terrible rabia en el vientre
los lanza fuera, ciegos, y sus cachorros abandonados
esperan con sus fauces secas, a través de dardos, a través de los enemigos
marchamos a una muerte no dudosa y ocupamos
el camino de centro de la ciudad; la negra noche vuela alrededor con su cóncava sombra. 360

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