Nec mora nec requies: quam multa grandine nimbi
culminibus crepitant, sic densis ictibus heros
creber utraque manu pulsat uersatque Dareta. 460
Tum pater Aeneas procedere longius iras
et saeuire animis Entellum haud passus acerbis,
sed finem imposuit pugnae fessumque Dareta
eripuit mulcens dictis ac talia fatur:
'Infelix, quae tanta animum dementia cepit? 465
Non uiris alias conuersaque numina sentis?
Cede deo.' dixitque et proelia uoce diremit.
Ast illum fidi aequales genua aegra trahentem
iactantemque utroque caput crassumque cruorem
ore eiectantem mixtosque in sanguine dentes 470
ducunt ad nauis; galeamque ensemque uocati
accipiunt, palmam Entello taurumque relinquunt.
Hic uictor superans animis tauroque superbus
'Nate dea, uosque haec' inquit 'cognoscite, Teucri,
et mihi quae fuerint iuuenali in corpore uires 475
et qua seruetis reuocatum a morte Dareta.'
No hay demora ni descanso: como repican los nimbos con mucho granizo
sobre los tejados, así el héroe con repetidos golpes
frecuentemente pega con una y otra mano y acosa a Dares. 460
Entonces el padre Eneas no consintió que fueran las iras
más allá ni que Entelo se ensañase con ánimo acerbo,
sino que puso fin a la lucha y al exhausto Dares
rescató consolándolo con sus palabras y le dice tales cosas:
«Infeliz, ¿qué locura tan grande cogió tu pecho? 465
¿No sientes otras fuerzas ni los númenes adversos?
Cede al dios.» Dijo, y con su voz terminó la lucha.
Y así, fieles compañeros a aquel que arrastraba sus rodillas heridas
y movía la cabeza a un lado y a otro y arrojaba por la boca densa sangre
y dientes mezclados con la sangre, 470
lo llevan a las naves; llamados reciben el yelmo y la espada
y dejan la palma y el toro para Entelo.
Este, vencedor, con ánimo crecido y soberbio por el toro:
«Nacido de diosa -dice- y vosotros teucros, aprended estas cosas,
qué fuerzas tuve en mi cuerpo de joven 475
y de qué muerte salvado conserváis a Dares.»
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