Liber III, 306-319

Vt me conspexit uenientem et Troia circum
arma amens uidit, magnis exterrita monstris
deriguit uisu in medio, calor ossa reliquit,
labitur, et longo uix tandem tempore fatur:
'Verane te facies, uerus mihi nuntius adfers, 310
nate dea? Viuisne? Aut, si lux alma recessit,
Hector ubi est?' Dixit, lacrimasque effudit et omnem
impleuit clamore locum. Vix pauca furenti
subicio et raris turbatus uocibus hisco:
'Viuo equidem uitamque extrema per omnia duco; 315
ne dubita, nam uera uides.
Heu! Quis te casus deiectam coniuge tanto
excipit, aut quae digna satis fortuna reuisit,
Hectoris Andromache? Pyrrhin conubia seruas?'


Cuando me contempló llegando y a su alrededor las armas
troyanas fuera de sí vio, aterrorizada por tan grandes prodigios
se quedó paralizada en medio de la visión, el calor abandonó sus huesos,
se desmayó y, finalmente, después de un largo tiempo, apenas dice:
“¿
Llegas a mí como una figura verdadera,  como un nuncio verdadero, 310
hijo de diosa? ¿Vives? O, si es que se retiró la luz que te alimentaba,
¿dónde está Héctor?” Dijo, y lágrimas derramó y todo
el lugar llenó con su clamor. Apenas pocas cosas a la que estaba enloquecida

puedo ofrecer y turbado con escasas palabras digo:
“Estoy vivo ciertamente, y llevo mi vida por todas las cosas extremas; 315
no dudes, pues cosas verdaderas ves.
¡Ay! ¿Qué suerte te recibió, alejada de un cónyuge tan grande,

o qué fortuna digna suficientemente te visitó de nuevo,
Andrómaca de Héctor? ¿El matrimonio de Pirro conservas?”

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