Liber III, 37-48

Tertia sed postquam maiore hastilia nisu
adgredior genibusque aduersae obluctor harenae,
(eloquar an sileam?) gemitus lacrimabilis imo
auditur tumulo et uox reddita fertur ad auris: 40
'Quid miserum, Aenea, laceras? Iam parce sepulto,
parce pias scelerare manus. Non me tibi Troia
externum tulit aut cruor hic de stipite manat.
Heu fuge crudelis terras, fuge litus auarum:
nam Polydorus ego. Hic confixum ferrea texit 45
telorum seges et iaculis increuit acutis.'
Tum uero ancipiti mentem formidine pressus
obstipui steteruntque comae et uox faucibus haesit. 


Pero después que con mayor esfuerzo a unas terceras ramas
me dirijo y lucho de rodillas contra la adversa arena,
(¿podré seguir o me callaré?), un gemido digno de ser llorado
se oye desde lo profundo del túmulo y una voz emitida es llevada a mis oídos: 40
“¿Por qué
a un desgraciado, Eneas, desgarras? Respeta ya al sepultado,
deja de profanar tus pías manos. Troya no me hizo
extraño para ti ni mana del tronco esta sangre.
¡Ay!, huye de estas crueles tierras, huye de este avaro litoral:
pues yo soy Polidoro. Aquí, atravesado, me cubrió una férrea 45
multitud de dardos y aumentó con agudas jabalinas.”
Entonces, en verdad, con mi mente oprimida por un doble terror,

quedé estupefacto y se me erizaron los cabellos y la voz se clavó en mi garganta.


No hay comentarios:

Publicar un comentario