Liber II, 624-633


Tum uero omne mihi uisum considere in ignis
Ilium et ex imo uerti Neptunia Troia: 625
ac ueluti summis antiquam in montibus ornum
cum ferro accisam crebrisque bipennibus instant
eruere agricolae certatim, illa usque minatur
et tremefacta comam concusso uertice nutat,
uulneribus donec paulatim euicta supremum 630
congemuit traxitque iugis auulsa ruinam.
Descendo ac ducente deo flammam inter et hostis
expedior: dant tela locum flammaeque recedunt. 

Entonces, en verdad, me pareció que se asentaba en fuegos toda
Ilión y que la neptunia Troya era arrancada de cuajo: 625
y como en los montes más altos un antiguo olmo
cortado con hierro y con muchas hachas de dos filos se esfuerzan
en abatir los campesinos a porfía, aquel siempre amenaza
y tembloroso su cabellera, sacudida la copa, mueve,
hasta que paulatinamente vencido para siempre por las heridas 630
gimió y, arrancado, trajo la ruina a los collados.
Desciendo y, guiándome un dios, entre las llamas y los enemigos
paso: las flechas abren paso y las llamas retroceden.

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