Liber I, 76-91

Aeolus haec contra: 'Tuus, O regina, quid optes
explorare labor; mihi iussa capessere fas est.
Tu mihi, quodcumque hoc regni, tu sceptra Iouemque
concilias, tu das epulis accumbere diuom,
nimborumque facis tempestatumque potentem.' 80

Eolo, a su vez, estas: "Tarea tuya, oh Reina, es explorar
lo que deseas; a mi me está permitido asumir tus órdenes.
Tú me proporcionas lo que quiera que sea esto de reino, tú, el cetro y a Júpiter,
tú me das sentarme a la mesa de los dioses,
y me haces dueño de las lluvias y de las tempestades." 80


Haec ubi dicta, cauum conuersa cuspide montem
impulit in latus: ac uenti, uelut agmine facto,
qua data porta, ruunt et terras turbine perflant.
Incubuere mari, totumque a sedibus imis
una Eurusque Notusque ruunt creberque procellis 85
Africus, et uastos uoluunt ad litora fluctus.
Insequitur clamorque uirum stridorque rudentum.
Eripiunt subito nubes caelumque diemque
Teucrorum ex oculis; ponto nox incubat atra.
Intonuere poli, et crebris micat ignibus aether, 90
praesentemque uiris intentant omnia mortem.

Cuando se dijeron estas palabras, empujó a un lado, vuelta su lanza,
un monte hueco: y los vientos, como un ejército formado,
salen corriendo por donde se les da puerta y soplan las tierras con su remolino.
Se precipitaron al mar y, a una, revuelven todo desde los sitios profundos
El Euro y el Noto y el Ábrego, abundante en tormentas, 85
y hacen rodar vastas olas hacia el litoral.
Sigue el clamor de los hombres y el ruido estridente de las jarcias.
Súbitamente las nubes roban el cielo y el día
de los ojos de los teucros; una negra noche se extiende sobre el mar.
Tronaron los polos y resplandece el éter con abundantes fuegos, 90
y todas las cosas amenazan a los hombres con una muerte presente.

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