Liber VI, 156-170

Aeneas maesto defixus lumina vultu
ingreditur linquens antrum, caecosque volutat
eventus animo secum. cui fidus Achates
it comes et paribus curis vestigia figit.
multa inter sese vario sermone serebant,   160
quem socium exanimum vates, quod corpus humandum
diceret. atque illi Misenum in litore sicco,
ut venere, vident indigna morte peremptum,
Misenum Aeoliden, quo non praestantior alter
aere ciere viros Martemque accendere cantu.   165
Hectoris hic magni fuerat comes, Hectora circum
et lituo pugnas insignis obibat et hasta.
postquam illum vita victor spoliavit Achilles,
Dardanio Aeneae sese fortissimus heros
addiderat socium, non inferiora secutus.   170

Eneas con ojos fijos en su triste rostro
sale dejando la cueva y da vueltas en su ánimo aquellos oscuros 
sucesos consigo. El fiel Acates le sigue 
como compañero y fija sus huellas con iguales preocupaciones.
Entre sí muchas cosas en variada conversación entrelazaban, 160
a qué compañero sin vida se refería la Sibila, qué cuerpo debía ser enterrado.
Y aquellos a Miseno en el seco litoral, 
cuando llegaron, ven arrebatado por indigna muerte.
a Miseno, hijo de Eolo, a quien nadie aventajaba
en agitar a los hombres e inflamar a Marte con su canto.  165
Este había sido compañero del gran Héctor, al lado de Héctor
recorría insigne las batallas no solo con el clarín sino también con la lanza.
Después de que Aquiles, vencedor, despojó de la vida a aquel,
el fortísimo héroe se había agregado como compañero al dardanio Eneas,
siguiendo a uno no inferior.  170

Liber VI, 140-155

Sed non ante datur telluris operta subire 140
auricomos quam quis decerpserit arbore fetus.
Hoc sibi pulchra suum ferri Proserpina munus
instituit. Primo auulso non deficit alter
aureus, et simili frondescit uirga metallo.
Ergo alte uestiga oculis et rite repertum 145
carpe manu; namque ipse uolens facilisque sequetur,
si te fata uocant; aliter non uiribus ullis
uincere nec duro poteris conuellere ferro.
Praeterea iacet exanimum tibi corpus amici
(heu nescis) totamque incestat funere classem, 150
dum consulta petis nostroque in limine pendes.
Sedibus hunc refer ante suis et conde sepulcro.
Duc nigras pecudes; ea prima piacula sunto.
Sic demum lucos Stygis et regna inuia uiuis
aspicies.' Dixit, pressoque obmutuit ore. 155


Pero no se permite penetrar en los secretos de la tierra 140
antes de que alguien haya cortado los retoños
de dorados cabellos del árbol.
La hermosa Prosérpina decidió que se le llevara
esta ofrenda. Arrancado el primero, no falta otro
de oro y
la rama echa hojas del similar metal.
Así que busca atentamente con tus ojos y cógela con tu mano 145
según el rito cuando la halles; pues ella misma por su gusto y fácilmente
te seguirá, si los hados te llaman; de otra manera, ni con todas tus fuerzas
podrías vencer ni arrancarla con el duro hierro.
Además yace sin vida el cuerpo de uno de tus amigos
(lo ignoras, ¡ay!) y con su muerte mancilla a la flota entera, 150
mientras tú
pides consejo y te demoras en mi umbral.
Ponlo primero en su lugar y dale sepultura.
Toma unas ovejas negras; que sean la expiación primera.
Así, por fin,
contemplarás los bosques estigios y los reinos
prohibidos a los vivos.» Dijo y calló cerrando la boca. 155

Liber VI, 124-139

Talibus orabat dictis arasque tenebat,
cum sic orsa loqui uates: 'sate sanguine diuum, 125
Tros Anchisiade, facilis descensus Auerno:
noctes atque dies patet atri ianua Ditis;
sed reuocare gradum superasque euadere ad auras,
hoc opus, hic labor est. Pauci, quos aequus amauit
Iuppiter aut ardens euexit ad aethera uirtus, 130
dis geniti potuere. Tenent media omnia siluae,
Cocytusque sinu labens circumuenit atro.
Quod si tantus amor menti, si tanta cupido est
bis Stygios innare lacus, bis nigra uidere
Tartara, et insano iuuat indulgere labori, 135
accipe quae peragenda prius. Latet arbore opaca
aureus et foliis et lento uimine ramus,
Iunoni infernae dictus sacer; hunc tegit omnis
lucus et obscuris claudunt conuallibus umbrae.


Con tales palabras oraba y abrazaba los altares,
cuando así comenzó a decir la vidente: «Nacido de sangre 125
de dioses, troyano hijo de Anquises, fácil es el descenso al Averno:
de noche y de día está abierta la puerta del negro Dite;
pero dar marcha atrás y escapar a las auras de arriba,

esa es la empresa, ese el esfuerzo. Unos pocos, hijos de dioses
a los que amó el justo Júpiter o su ardiente valor los sacó al éter, 130
lo lograron. En medio los bosques todo lo ocupan,
y el cauce del Cocito lo rodea en negra revuelta.
Pero si tu mente tiene tan gran ansia, si tan gran deseo
de surcar dos veces los lagos estigios, de dos veces ver la negrura
del Tártaro y te place emprender una fatiga insana, 135
escucha primero las cosas que has de hacer. En un árbol espeso 

se esconde una rama de oro de hojas y tallo flexible,
según se dice consagrada a Juno infernal; todo el bosque
la oculta y la encierran las sombras en valles oscuros.