Liber IV, 373-392

Nusquam tuta fides. Eiectum litore, egentem
excepi et regni demens in parte locaui.
Amissam classem, socios a morte reduxi 375
(heu furiis incensa feror!): nunc augur Apollo,
nunc Lyciae sortes, nunc et Ioue missus ab ipso
interpres diuum fert horrida iussa per auras.
Scilicet is superis labor est, ea cura quietos
sollicitat. Neque te teneo neque dicta refello: 380
i, sequere Italiam uentis, pete regna per undas.
Spero equidem mediis, si quid pia numina possunt,
supplicia hausurum scopulis et nomine Dido
saepe uocaturum. Sequar atris ignibus absens
et, cum frigida mors anima seduxerit artus, 385
omnibus umbra locis adero. Dabis, improbe, poenas.
Audiam et haec Manis ueniet mihi fama sub imos.'
His medium dictis sermonem abrumpit et auras
aegra fugit seque ex oculis auertit et aufert,
linquens multa metu cunctantem et multa parantem 390
dicere. Suscipiunt famulae conlapsaque membra
marmoreo referunt thalamo stratisque reponunt. 
 
En ninguna parte está segura la fidelidad. Arrojado en la costa, necesitado
te recogí y, loca, te coloqué en una parte de mi reino.
Tu flota perdida y a tus compañeros salvé de la muerte
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(¡ay, encendida, soy llevada por las furias!): ahora el augur Apolo,
ahora las suertes licias, ahora incluso enviado por el propio Júpiter
el mensajero de los dioses te trae por las auras horribles órdenes.
Sin duda, este es un trabajo para dioses, esta preocupación a los tranquilos
solivianta. Ni te detengo ni tus dichos refuto:
380
vete, con los vientos alcanza Italia, busca tus reinos por las olas.
Espero, ciertamente, si algo pueden los númina piadosos,
que suplicios halles en medio de los peñascos y que por el nombre de Dido
frecuentemente me llames. Te perseguiré con negras llamas, ausente,
y, cuando la fría muerte prive a estos miembros de alma, 385
como una sombra estaré por todas partes. Pagarás tu culpa, ímprobo.
Lo oiré y este rumor me llegará hasta los Manes profundos.»
Con estas palabras terminó la conversación a medias y, afligida,
huyó de las auras y se aleja, y se esconde de las miradas,
dejando a quien mucho dudaba por miedo y mucho se preparaba
a decir. La recogen sus sirvientas y sus miembros sin sentido 390
levantan del tálamo marmóreo y lo colocan en su cama.

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