Liber III, 570-587

Portus ab accessu uentorum immotus et ingens 570
ipse: sed horrificis iuxta tonat Aetna ruinis,
interdumque atram prorumpit ad aethera nubem
turbine fumantem piceo et candente fauilla,
attollitque globos flammarum et sidera lambit;
interdum scopulos auulsaque uiscera montis 575
erigit eructans, liquefactaque saxa sub auras
cum gemitu glomerat fundoque exaestuat imo.
Fama est Enceladi semustum fulmine corpus
urgeri mole hac, ingentemque insuper Aetnam
impositam ruptis flammam exspirare caminis, 580
et fessum quotiens mutet latus, intremere omnem
murmure Trinacriam et caelum subtexere fumo.
Noctem illam tecti siluis immania monstra
perferimus, nec quae sonitum det causa uidemus.
Nam neque erant astrorum ignes nec lucidus aethra 585
siderea polus, obscuro sed nubila caelo,
et lunam in nimbo nox intempesta tenebat.


El puerto está libre del acoso de los vientos y él mismo 570
es ingente: pero cerca truena el Etna con horribles ruinas,
y, de vez en cuando, lanza hacia el éter una negra nube
que humea con un torbellino de pez y candente ceniza,
y levanta globos de llamas y lame las estrellas;
otras veces, escollos y las entrañas arrancadas del monte 575
se levanta vomitando y a las auras rocas hechas líquido
con estruendo amontona y hierve en el profundo fondo.
Es fama que el cuerpo de Encélado semiquemado por un rayo
es oprimido por esta mole y que el ingente Etna, además,
las llamas  producidas respira por sus rotas chimeneas 580
y que cuantas veces muda, cansado, de lado, tiembla toda
la Trinacria con un murmullo y el cielo se cubre de humo.
Aquella noche, cubiertos por los bosques, enormes prodigios
soportamos, sin que viéramos qué causa originaba el sonido.
Pues ni había fuegos de astros ni el lúcido éter 585
tenía su bóveda sideral, sino que había nubes en un cielo oscuro
y una noche desapacible mantenía la luna entre los nimbos.



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