'Phoebe, grauis Troiae semper miserate labores,
Dardana qui Paridis derexti tela manusque
corpus in Aeacidae, magnas obeuntia terras
tot maria intraui duce te penitusque repostas
Massylum gentis praetentaque Syrtibus arua: 60
iam tandem Italiae fugientis prendimus oras.
Hac Troiana tenus fuerit fortuna secuta;
uos quoque Pergameae iam fas est parcere genti,
dique deaeque omnes, quibus obstitit Ilium et ingens
gloria Dardaniae. Tuque, o sanctissima uates, 65
praescia uenturi, da (non indebita posco
regna meis fatis) Latio considere Teucros
errantisque deos agitataque numina Troiae.
Dardana qui Paridis derexti tela manusque
corpus in Aeacidae, magnas obeuntia terras
tot maria intraui duce te penitusque repostas
Massylum gentis praetentaque Syrtibus arua: 60
iam tandem Italiae fugientis prendimus oras.
Hac Troiana tenus fuerit fortuna secuta;
uos quoque Pergameae iam fas est parcere genti,
dique deaeque omnes, quibus obstitit Ilium et ingens
gloria Dardaniae. Tuque, o sanctissima uates, 65
praescia uenturi, da (non indebita posco
regna meis fatis) Latio considere Teucros
errantisque deos agitataque numina Troiae.
"Febo, que siempre te compadeciste de las graves fatigas de
Troya,
que dirigiste las flechas dardanias de Paris y sus manos
contra el cuerpo del Eácida, a tantos mares que circundan
grandes tierras me hice, siendo tú mi guía, y hasta los apartados
pueblos de los masilos y los campos que se extienden a las Sirtes: 60
por fin, ya abrazamos las huidizas riberas de Italia.
¡Que sólo hasta aquí nos haya seguido la fortuna troyana!
También es ya justo que vosotros perdonéis a la gente de Pérgamo,
dioses y diosas todos, a los que estorbó Ilión y la gloria
ingente de Dardania. Y tú, santísima vate, 65
sabedora de lo que vendrá, concede (y no pido reinos
indebidos a mis hados) a los teucros asentarse en el Lacio
y a sus dioses errantes y a los agitados númenes de Troya.
que dirigiste las flechas dardanias de Paris y sus manos
contra el cuerpo del Eácida, a tantos mares que circundan
grandes tierras me hice, siendo tú mi guía, y hasta los apartados
pueblos de los masilos y los campos que se extienden a las Sirtes: 60
por fin, ya abrazamos las huidizas riberas de Italia.
¡Que sólo hasta aquí nos haya seguido la fortuna troyana!
También es ya justo que vosotros perdonéis a la gente de Pérgamo,
dioses y diosas todos, a los que estorbó Ilión y la gloria
ingente de Dardania. Y tú, santísima vate, 65
sabedora de lo que vendrá, concede (y no pido reinos
indebidos a mis hados) a los teucros asentarse en el Lacio
y a sus dioses errantes y a los agitados númenes de Troya.
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