Liber V, 84-99

Dixerat haec, adytis cum lubricus anguis ab imis
septem ingens gyros, septena uolumina traxit 85
amplexus placide tumulum lapsusque per aras,
caeruleae cui terga notae maculosus et auro
squamam incendebat fulgor, ceu nubibus arcus
mille iacit uarios aduerso sole colores.
Obstipuit uisu Aeneas. Ille agmine longo 90
tandem inter pateras et leuia pocula serpens
libauitque dapes rursusque innoxius imo
successit tumulo et depasta altaria liquit.
Hoc magis inceptos genitori instaurat honores,
incertus geniumne loci famulumne parentis 95
esse putet; caedit binas de more bidentis
totque sues, totidem nigrantis terga iuuencos,
uinaque fundebat pateris animamque uocabat
Anchisae magni manisque Acheronte remissos.

Había dicho estas cosas, cuando una lúbrica serpiente del profundo santuario
arrastró, ingente, sus siete anillos, sus siete roscas, 85
abrazando plácidamente el túmulo y deslizándose por los altares,
con el lomo manchado de marcas azuladas y de oro
un fulgor encendía sus escamas, como el arco en las nubes
lanza contra el sol mil colores variados.
Quedó estupefacto Eneas ante la visión. Aquella en largo desfile 90
serpenteando, por fin, entre las páteras y los vasos bruñidos
libó las viandas y se retiró de nuevo sin daño a lo profundo
del túmulo y dejó los probados altares.
Por esto más reanuda los empezados honores a su padre,
poco seguro de si pensar en que fuera un genio del lugar o en un siervo 95
de su padre; mata según la costumbre dos ovejas
y otros tantos cerdos y los mismos novillos de negro lomo,
y vino derramaba en las páteras y el alma invocaba
de Anquises el grande y sus Manes devueltos del Aqueronte.

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