Liber I, 387-401

'Quisquis es, haud, credo, inuisus caelestibus auras
uitalis carpis, Tyriam qui adueneris urbem.
Perge modo, atque hinc te reginae ad limina perfer.
Namque tibi reduces socios classemque relatam 390
nuntio, et in tutum uersis aquilonibus actam,
ni frustra augurium uani docuere parentes.
Aspice bis senos laetantis agmine cycnos,
aetheria quos lapsa plaga Iouis ales aperto
turbabat caelo: nunc terras ordine longo 395
aut capere, aut captas iam despectare uidentur:
ut reduces illi ludunt stridentibus alis,
et coetu cinxere polum, cantusque dedere,
haud aliter puppesque tuae pubesque tuorum
aut portum tenet aut pleno subit ostia uelo. 400
Perge modo, et, qua te ducit uia, dirige gressum.'

"Quienquiera que seas, no gozas de los aires vitales, creo, odiado por los celestiales,
puesto que has llegado a la ciudad tiria.
Sólo avanza y ve desde aquí hasta los umbrales de la reina.
Pues te anuncio que recobrarás a tus compañeros y que tu flota se ha vuelto 390
y, cambiados los Aquilones, ha sido llevada a seguro,
si no en vano mis padres me enseñaron, ineficaces, el augurio.
Mira doce cisnes alegrándose en su formación,
a los que el ave de Júpiter, deslizándose desde la región etérea,
alteraba en cielo abierto: ahora parecen en larga hilera tomar tierra 395
o mirar desde arriba las que ya han sido tomadas:
como aquellos, que están de regreso, juegan con sus alas que producen un ruido estridente
y ciñeron el polo en reunión y ofrecieron sus cantos,
no de otro modo tus barcos y tus jóvenes ocupan el puerto
o traspasan la entrada a toda vela. 400
Sólo avanza y, por donde te conduce el camino, dirige tu paso."

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