Amissa solus palma superabat Acestes,
qui tamen aerias telum contendit in auras 520
ostentans artemque pater arcumque sonantem.
Hic oculis subitum obicitur magnoque futurum
augurio monstrum; docuit post exitus ingens
seraque terrifici cecinerunt omina uates.
Namque uolans liquidis in nubibus arsit harundo 525
signauitque uiam flammis tenuisque recessit
consumpta in uentos, caelo ceu saepe refixa
transcurrunt crinemque uolantia sidera ducunt.
Attonitis haesere animis superosque precati
Trinacrii Teucrique uiri, nec maximus omen 530
abnuit Aeneas, sed laetum amplexus Acesten
muneribus cumulat magnis ac talia fatur:
'Sume, pater, nam te uoluit rex magnus Olympi
talibus auspiciis exsortem ducere honores.
Ipsius Anchisae longaeui hoc munus habebis, 535
cratera impressum signis, quem Thracius olim
Anchisae genitori in magno munere Cisseus
ferre sui dederat monimentum et pignus amoris.'
Perdida la palma, sólo quedaba Acestes,
que, sin embargo, lanzó su dardo a las brisas aéreas, 520
exhibiendo el padre su arte y el arco sonoro.
Entonces un prodigio súbito y que sería de gran augurio
se ofrece a los ojos; lo mostró después un ingente suceso
y los vates terribles cantaron presagios tardíos.
Pues volando en las líquidas nubes ardió la caña 525
y señaló un camino con llamas y desapareció consumida
en los tenues vientos, como a menudo arrancadas del cielo
pasan corriendo y arrastran su cola las estrellas voladoras.
Con espíritus atónitos quedaron teucros y trinacrios
e invocando a los dioses de lo alto y Eneas el más grande 530
no rechaza el presagio, sino que abrazando al feliz Acestes
lo colma de grandes regalos, y así le dice:
«Toma, padre, pues quiso el gran rey del Olimpo que por tales
auspicios honores recibieras fuera de sorteo.
Este regalo tendrás del propio longevo Anquises, 535
una crátera llena de figuras que un día el tracio
Ciseo por un gran servicio había dado
a mi padre Anquises como recuerdo y prenda de su amor.»
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