Liber V, 477-499

Dixit, et aduersi contra stetit ora iuuenci

qui donum astabat pugnae, durosque reducta

librauit dextra media inter cornua caestus

arduus, effractoque inlisit in ossa cerebro: 480

sternitur exanimisque tremens procumbit humi bos.

Ille super talis effundit pectore uoces:

'Hanc tibi, Eryx, meliorem animam pro morte Daretis

persoluo; hic uictor caestus artemque repono.'

Protinus Aeneas celeri certare sagitta 485

inuitat qui forte uelint et praemia dicit,

ingentique manu malum de naue Seresti

erigit et uolucrem traiecto in fune columbam,

quo tendant ferrum, malo suspendit ab alto.

Conuenere uiri deiectamque aerea sortem 490

accepit galea, et primus clamore secundo

Hyrtacidae ante omnis exit locus Hippocoontis;

quem modo nauali Mnestheus certamine uictor

consequitur, uiridi Mnestheus euinctus oliua.

Tertius Eurytion, tuus, o clarissime, frater, 495

Pandare, qui quondam iussus confundere foedus

in medios telum torsisti primus Achiuos.

Extremus galeaque ima subsedit Acestes,

ausus et ipse manu iuuenum temptare laborem.


Dijo, y se detuvo frente a la cara del novillo

que estaba presente como premio de la lucha, y los duros cestos

dejó caer, llevada hacia atrás su diestra, en medio de los cuernos

altivo, y chocó contra los huesos, roto el cerebro: 480

se derrumba y temblando exánime cae a tierra el novillo.

Él, además, saca de su pecho palabras de esta clase:

«Érice, te entrego esta vida mejor a cambio de la muerte

de Dares; aquí, vencedor, depongo mis cestos y mi arte.»

Inmediatamente Eneas invita a competir con la veloz saeta 485

a quienes así quisieran y dice los premios,

y el mástil de la nave de Seresto con mano poderosa

levanta y una paloma voladora atada a una cuerda,

a donde apunten el dardo, cuelga del alto mástil.

Llegaron los hombres y recibió la suerte echada 490

un yelmo de bronce y entre gritos de ánimo primero

sale, antes que todos, el turno del Hirtácida Hipocoonte;

A este, Mnesteo, vencedor hace poco en el certamen naval,

le sigue, Mnesteo ceñido de verde olivo.

El tercero, Euritión, tu hermano, oh Pándaro 495

ilustrísimo, que cuando se ordenó romper el pacto

lanzaste el primero tu dardo en medio de los aqueos.

El último y en el fondo del yelmo se queda Acestes,

atreviéndose incluso él mismo a probar con su mano una actividad de jóvenes.

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