Dixit, et aduersi contra stetit ora iuuenci
qui donum astabat pugnae, durosque reducta
librauit dextra media inter cornua caestus
arduus, effractoque inlisit in ossa cerebro: 480
sternitur exanimisque tremens procumbit humi bos.
Ille super talis effundit pectore uoces:
'Hanc tibi, Eryx, meliorem animam pro morte Daretis
persoluo; hic uictor caestus artemque repono.'
Protinus Aeneas celeri certare sagitta 485
inuitat qui forte uelint et praemia dicit,
ingentique manu malum de naue Seresti
erigit et uolucrem traiecto in fune columbam,
quo tendant ferrum, malo suspendit ab alto.
Conuenere uiri deiectamque aerea sortem 490
accepit galea, et primus clamore secundo
Hyrtacidae ante omnis exit locus Hippocoontis;
quem modo nauali Mnestheus certamine uictor
consequitur, uiridi Mnestheus euinctus oliua.
Tertius Eurytion, tuus, o clarissime, frater, 495
Pandare, qui quondam iussus confundere foedus
in medios telum torsisti primus Achiuos.
Extremus galeaque ima subsedit Acestes,
ausus et ipse manu iuuenum temptare laborem.
Dijo, y se detuvo frente a la cara del novillo
que estaba presente como premio de la lucha, y los duros cestos
dejó caer, llevada hacia atrás su diestra, en medio de los cuernos
altivo, y chocó contra los huesos, roto el cerebro: 480
se derrumba y temblando exánime cae a tierra el novillo.
Él, además, saca de su pecho palabras de esta clase:
«Érice, te entrego esta vida mejor a cambio de la muerte
de Dares; aquí, vencedor, depongo mis cestos y mi arte.»
Inmediatamente Eneas invita a competir con la veloz saeta 485
a quienes así quisieran y dice los premios,
y el mástil de la nave de Seresto con mano poderosa
levanta y una paloma voladora atada a una cuerda,
a donde apunten el dardo, cuelga del alto mástil.
Llegaron los hombres y recibió la suerte echada 490
un yelmo de bronce y entre gritos de ánimo primero
sale, antes que todos, el turno del Hirtácida Hipocoonte;
A este, Mnesteo, vencedor hace poco en el certamen naval,
le sigue, Mnesteo ceñido de verde olivo.
El tercero, Euritión, tu hermano, oh Pándaro 495
ilustrísimo, que cuando se ordenó romper el pacto
lanzaste el primero tu dardo en medio de los aqueos.
El último y en el fondo del yelmo se queda Acestes,
atreviéndose incluso él mismo a probar con su mano una actividad de jóvenes.
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