Liber IV, 173-194

Extemplo Libyae magnas it Fama per urbes,
Fama, malum qua non aliud uelocius ullum:
mobilitate uiget uirisque adquirit eundo, 175
parua metu primo, mox sese attollit in auras
ingrediturque solo et caput inter nubila condit.
Illam Terra parens ira inritata deorum
extremam, ut perhibent, Coeo Enceladoque sororem
progenuit pedibus celerem et pernicibus alis, 180
monstrum horrendum, ingens, cui quot sunt corpore plumae,
tot uigiles oculi subter (mirabile dictu),
tot linguae, totidem ora sonant, tot subrigit auris.
Nocte uolat caeli medio terraeque per umbram
stridens, nec dulci declinat lumina somno; 185
luce sedet custos aut summi culmine tecti
turribus aut altis, et magnas territat urbes,
tam ficti prauique tenax quam nuntia ueri.
Haec tum multiplici populos sermone replebat
gaudens, et pariter facta atque infecta canebat: 190
uenisse Aenean Troiano sanguine cretum,
cui se pulchra uiro dignetur iungere Dido;
nunc hiemem inter se luxu, quam longa, fouere
regnorum immemores turpique cupidine captos.

Inmediatamente va Fama por las grandes ciudades de Libia,
Fama, mal más veloz que el cual no hay ninguno:
con la movilidad se llena de vigor y sus fuerzas aumenta caminando, 175
pequeña por el miedo, primero, luego se levanta a las brisas
y avanza por el suelo y su cabeza entre las nubes
esconde.
A ella su madre, la Tierra, irritada de ira contra los dioses,
la última, según dicen, hermana de Encélado y de Ceo,
parió rápida por su pies y ligeras alas, 180

monstruo
horrendo, ingente, que tiene tantas plumas en el cuerpo
como ojos vigilantes debajo (sorprendente de decir),
como lenguas, como bocas le suenan, como orejas levanta.
Por la noche vuela estridente entre el cielo y la tierra
por la sombra, y no rinde sus ojos al dulce sueño; 185
por el día se sienta, como guardián, o en la cumbre de un alto tejado
o en torres altas, y aterroriza a grandes ciudades,
nuncia tan tenaz de lo fingido y de lo malo como de lo verdadero.
Entonces con múltiples habladurías los pueblos llenaba
alegrándose de estas cosas e igualmente cantaba cosas hechas y no hechas: 190
que había llegado Eneas, nacido de sangre troyana,
y que
a este hombre se había dignado unirse la hermosa Dido;
que ahora pasaban
entre sí el invierno, cuan largo era, en el lujo,
sin acordarse de sus reinos y cautivados por un deseo vergonzoso.

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