Liber III, 655-668

Vix ea fatus erat summo cum monte uidemus 655
ipsum inter pecudes uasta se mole mouentem
pastorem Polyphemum et litora nota petentem,
monstrum horrendum, informe, ingens, cui lumen ademptum.
Trunca manum pinus regit et uestigia firmat;
lanigerae comitantur oues; ea sola uoluptas 660
solamenque mali.
Postquam altos tetigit fluctus et ad aequora uenit,
luminis effossi fluidum lauit inde cruorem
dentibus infrendens gemitu, graditurque per aequor
iam medium, necdum fluctus latera ardua tinxit. 665
Nos procul inde fugam trepidi celerare recepto
supplice sic merito tacitique incidere funem,
uertimus et proni certantibus aequora remis.


Apenas había dicho estas cosas cuando en lo alto del monte vemos 655
al propio pastor Polifemo entre sus ganados, moviéndose
con su vasta mole y dirigiéndose al conocido litoral,
monstruo horrendo, informe, gigantesco, que tenía quitado el ojo.
Un pino cortado gobierna su mano y afirma sus pasos;
le acompañan sus lanígeras ovejas;
éste era su solo placer 660
y el consuelo de su mal.
Después que tocó las aguas profundas y llegó al mar,
de su ojo atravesado lavó luego la fluida sangre
rechinando los dientes en un gemido, y avanza ya por el medio
del mar y todavía las olas no mojaron sus altos costados. 665
Entonces, nosotros, lejos,
nos lanzamos a acelerar la huida, temblorosos,
aceptado el suplicante que así lo merecía, y a cortar las cuerdas, callados,
y al mar, inclinados sobre remos que competían.

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