Liber III, 69-83

Inde ubi prima fides pelago, placataque uenti
dant maria et lenis crepitans uocat Auster in altum, 70
deducunt socii nauis et litora complent;
prouehimur portu terraeque urbesque recedunt.
Sacra mari colitur medio gratissima tellus
Nereidum matri et Neptuno Aegaeo,
quam pius arquitenens oras et litora circum 75
errantem Mycono e celsa Gyaroque reuinxit,
immotamque coli dedit et contemnere uentos.
Huc feror, haec fessos tuto placidissima portu
accipit; egressi ueneramur Apollinis urbem.
Rex Anius, rex idem hominum Phoebique sacerdos, 80
uittis et sacra redimitus tempora lauro
occurrit; ueterem Anchisen agnouit amicum.
Iungimus hospitio dextras et tecta subimus. 


Luego, cuando hay la primera confianza en el piélago y los vientos
dan mares aplacados y crepitando suave el Austro nos llama a alta mar, 70
sacan los compañeros las naves y llenan el litoral;
somos arrastrados del puerto y se retiran las tierras y las ciudades.
Está habitada en medio del mar una tierra sagrada gratísima
a la madre de las Nereidas y a Neptuno Egeo,
a la que, errante por orillas y litorales, el pío arquero 75
la amarró de la elevada Míconos y Gíaros
e, inmóvil, le concedió ser habitada y despreciar los vientos.
Aquí soy llevado, esta, placidísima, agotados, en su seguro puerto
nos recibe; avanzando, veneramos la ciudad de Apolo.
El rey Anio, el mismo rey de hombres y sacerdote de Febo,
80
con sus sienes ceñidas con cintas y laurel sagrado,
corre al encuentro; reconoció a su viejo amigo
Anquises.
Juntamos las diestras en hospitalidad y a su morada entramos.


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