Liber II, 588-603


Talia iactabam et furiata mente ferebar,
cum mihi se, non ante oculis tam clara, uidendam
obtulit et pura per noctem in luce refulsit 590
alma parens, confessa deam qualisque uideri
caelicolis et quanta solet, dextraque prehensum
continuit roseoque haec insuper addidit ore:
'Nate, quis indomitas tantus dolor excitat iras?
Quid furis? Aut quonam nostri tibi cura recessit? 595
Non prius aspicies ubi fessum aetate parentem
liqueris Anchisen, superet coniunxne Creusa
Ascaniusque puer? Quos omnis undique Graiae
circum errant acies et, ni mea cura resistat,
iam flammae tulerint inimicus et hauserit ensis. 600
Non tibi Tyndaridis facies inuisa Lacaenae
culpatusue Paris, diuum inclementia, diuum
has euertit opes sternitque a culmine Troiam.

Tales cosas lanzaba yo y me dejaba llevar por mi mente enfurecida,
cuando
como diosa, ante mis ojos nunca tan clara, para que la viera
se me presentó y con luz pura refulgió a través de la noche 590
mi nutricia madre, confiada y como y cuán grande suele ser vista
por los que habitan el cielo, y cogido con su diestra
me contuvo y estas cosas añadió además con su boca de rosa:
“Hijo, ¿qué dolor tan grande provoca tu ira indómita?
¿Por qué te enfureces? o ¿A dónde se ha ido tu cuidado por mí? 595
¿No verás antes dónde a tu padre Anquises
, cansado por su edad,
has dejado o si vive tu cónyuge Creúsa
y tu hijo Ascanio? Por todas partes a todos estos
los rodean las tropas griegas, y, si no persistiera mi cuidado,
ya los habrían llevado las llamas y
se habría clavado el puñal enemigo. 600
No sea para ti odiosa la belleza de la espartana hija de Tindáreo
o culpado Paris, la inclemencia de los dioses, de los dioses,
destruyó estas riquezas y derribó a Troya de su cumbre.

No hay comentarios:

Publicar un comentario