Liber II, 281-297

'O lux Dardaniae, spes o fidissima Teucrum,
quae tantae tenuere morae? quibus Hector ab oris
exspectate uenis? ut te post multa tuorum
funera, post uarios hominumque urbisque labores
defessi aspicimus! quae causa indigna serenos 285
foedauit uultus? aut cur haec uulnera cerno?'
Ille nihil, nec me quaerentem uana moratur,
sed grauiter gemitus imo de pectore ducens,
'Heu fuge, nate dea, teque his' ait 'eripe flammis.
Hostis habet muros; ruit alto a culmine Troia. 290
Sat patriae Priamoque datum: si Pergama dextra
defendi possent, etiam hac defensa fuissent.
Sacra suosque tibi commendat Troia penatis;
hos cape fatorum comites, his moenia quaere
magna pererrato statues quae denique ponto.' 295
Sic ait et manibus uittas Vestamque potentem
aeternumque adytis effert penetralibus ignem.

“¡Oh, luz de Dardania, oh de los teucros la más firme esperanza!
¿Qué demora tan grande te retuvo? ¿De qué riberas vienes
ansiado Héctor? ¡Cómo, después de muchos funerales
de los tuyos, después de tantas fatigas de hombres y de nuestra ciudad
cansados te vemos! ¿Qué indigna causa tu rostro 285
sereno afeó? o ¿por qué estas heridas veo?”
Él nada, y no se para ante mí que pregunto cosas vanas,
sino que sacando con gravedad un gemido de lo hondo de su pecho,
“Ay, huye, hijo de diosa," -dijo- "y líbrate de estas llamas.
El enemigo tiene los muros; Troya se derrumba desde su alta cumbre. 290
Bastante se ha dado a la patria y a Príamo: si Pérgamo con tu diestra
pudiera ser defendida, también por esta hubiera sido defendida.
Troya te encomienda sus objetos sagrados y sus Penates;
tómalos como compañeros de tus hados, para ellos busca
grandes murallas que, recorrido el mar, finalmente establecerás.” 295
Así dice y con sus manos las cintas y Vesta poderosa
y el fuego eterno saca del interior del santuario.

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