Liber I, 50-63

Talia flammato secum dea corde uolutans 50
nimborum in patriam, loca feta furentibus austris,
Aeoliam uenit. Hic uasto rex Aeolus antro
luctantes uentos tempestatesque sonoras
imperio premit ac uinclis et carcere frenat.
Illi indignantes magno cum murmure montis 55
circum claustra fremunt; celsa sedet Aeolus arce
sceptra tenens, mollitque animos et temperat iras.

La diosa, dándole vueltas a tales cosas en su encendido corazón, 50
llegó a Eolia, patria de las tormentas, lugares abundantes en austros furiosos.
Aquí el rey Eolo en una vasta cueva domina con su poder
los vientos que luchan y las tempestades sonoras y
los refrena con ataduras y cárcel.
Aquellos resuenan indignándose con gran murmullo del monte, 55
alrededor de su prisión; Eolo está sentado en su excelsa fortaleza
teniendo el cetro, y suaviza sus ánimos y templa sus iras.

Ni faciat, maria ac terras caelumque profundum
quippe ferant rapidi secum uerrantque per auras.
Sed pater omnipotens speluncis abdidit atris, 60
hoc metuens, molemque et montis insuper altos
imposuit, regemque dedit, qui foedere certo
et premere et laxas sciret dare iussus habenas.

Si no lo hiciese, ciertamente se llevarían, devoradores,
consigo mares y tierras y el profundo cielo y los arrastrarían por los aires.
Pero el padre omnipotente los escondió en negras cuevas, 60
temiendo esto, y les puso encima una mole de altos montes
y les dio un rey, que con un pacto determinado
supiera apretar y aflojar las riendas, según lo ordenado.

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